domingo, 31 de julio de 2011

VOLVEMOS A EMPEZAR... y esperemos que sea por última vez...

Hola a tod@s:
Tras un largo paréntesis, en el que han ocurrido miles de cosas, he dejado a un lado mis múltiples obligaciones veraniegas y he decidido darle un nuevo impulso a este blog, abandonado a su triste suerte desde finales del ya lejano 2011. Pero una cosa es que vuelva a darle cañita al blog y otra que me devane los sesos en busca de algo nuevo. Por ello he decidio publicar, como carte de re-presentación, un artículo escrito el siglo pasado en una especie de revista cutre o fanzine, llamado Caliburnus y que sería el origen de lo que un tiempo después fue la mejor revista sobre teatro musical publicada en España: La Huella del teatro musical.
El artículo versa sobre las pintadas en los váteres o servicios públicos (doy por hecho que en los privados de cada uno, nadie se dedicar a escribir en sus puertas y/o paredes).
Deciros que sobre el anterior concurso, vamos a dar un empate entre todas las propuestas presentadas. Sólo por la espera ya vale la pena el premio. Pronto recibiréis,  a cobro revertido, el CD de los villancicos cantados por Parchís (si no vais a pagar los gastos de envío, decídmelo y ya no os lo mando).
El nuevo concurso es: pintadas que hayaís visto y/o leído en los baños, servicios, calles, etc... y que consideréis tan buenas como las que aparecen en el artículo. La mejor, ganará un nuevo premio.
Gracias por vuestra paciencia.

Uno de mis jobis (hobyes o como leches se escriba), es la lectura. Dado que mis múltiples ocupaciones me impiden desarrollarlo en la cuantía en que me gustaría, aprovecho el mínimo momento disponible para llevarlo a cabo. Pero sin duda, el mejor momento para hacerlo, es cuando uno va al servicio (me refiero al water o al retrete, no a la mili), dado que posiblemente, durante unos minutos todo lo que hay allí es tuyo: el espacio, el tiempo, el olor e, incluso, lo que acabas de soltar. El problema de la lectura en el retrete (también excusado, sala de calderas, etc...) surge cuando el apretón o necesidad surge fuera del domicilio fiscal (perdón, habitual, que no sé en que estaría yo pensando). Por lógica nadie lleva encima un libro para estos momentos de ataque digestivo sorprendente (imaginemos que alguien por culturizarse esté leyendo la espasa o la larousse... ¡menudo problema de espalda!). Entonces surge la desesperación de no poder aprovechar esos momentos íntimos para dejarse llevar por el placer (me refiero al de la lectura, no al otro... ¡guarretes!). Menos mal que hay artistas anónimos que se dedican a dejar retazos de creación literaria allá por donde van y, de manera especial, en las puertas y paredes de dichos habutáculos indeformables (a pesar de las sonoridades expelidas por algunos de sus eventuales ocupantes). Voy a referirme a algunas de las más logradas que he visto y que, ahora mismo, me vienen al recuerdo. Ahí van:
- Videla, ¿qué hiciste con la mamá de Marco? (escrita en la època de la popular serie televisiva y del tristemente famoso dictador argentino).
- Por un Madrid libre y con salida al mar, hay que capar, al cabrón de Blas Piñar (escrita en ingeniería de Vigo, en los barracones de Torrecedeira hoy desaparecidos, durante la transición). Suponemos que el autor era de izquierdas.
- Aquí no aprueba ni Dios. Jesucristo: 4,5 (mismo lugarde la anterior).
- ¡Heidi al poder! (Posiblemente de un desencantado durante la transición).
Tras estas de caracter general, entraremos ahora en las específicas de un tema o las dialogadas, es decir aquellas que obtienen contestación por algún autor anónimo posterior.
- Matemáticas: 2P2 x 1/5 = 1 Kgd. (Recordar que un quinto era un recluta). 3p2kag2 x TI.
- Poéticas: "Aquí se caga, aquí se mea y el que tiene tiempo, se la menea." "Mea bie, mea contento, pero so cabrón, mea dentro" (esta seguro que es de la señora de la limpieza).
- Dialogadas: "Cagar es un placer, tanto como joder". Contestación posterior "¡Hija mía, no compares!". (Sin comentarios. Por cierto, escritas en el water de chicas del instituto del Calvario).
- Románticas: "Carmen, en estos momentos estoy pensando en ti". Esta no tiene desperdicio, porque o bien el autor está muy resentido con Carmen y se está defecando (¡que cursi!) en ella o bien está un tanto cachondo y lo que está haciendo es tan evidente como la superioridad de los cinco dedos contra el único enemigo.  
Pero sin duda mi gran favorita surgió también en dicho instituto, en el mismo baño, y hacia 1977 (lo digo por si el autor de la misma la reconoce). Fue tan impactante que se hacían excursiones al lugar para verificarla. Ahí va: "María, si lees esto, que sepas que te espero a las 11 en la puerta del gimnasio". Analicemos la frase: O bien es una quedada (con lo cual me imagino que el autor estaría merodeando por la puerta del gimnasio para descojonarse de todas las chicas que pasen por allí a las 11), o bien el tío es un gilipollas (porque aunque aún no existían los móviles, ni el messenger, sí había papel y boli, amig@s que hicieran de correo o, simplemente, voz para decirlo cara a cara. Además el nombre... ¡Pues anda que no habría Marías en aquella época en le instituto...!).
En fin, sigo recordando y, si os ha gustado, prometo posteriores entregas.