sábado, 6 de agosto de 2011

LAS MODAS

Bueno, pues tras el arrollador éxito obtenido por regreso de "el dormilón justiciero" (unas cincueta visitas y CERO -sí, cero- comentarios), voy a seguir a lo mío, o sea decir cuatro chorradas y divertirme, en la confianza de que alguien, en un ataque de locura o bajo los efectos de cosas malas, se decida por dejarme los esperados y nunca bien ponderados comentarios.    
Hoy voy a hablaros de las modas. Sí, eso que tiene el mismo efecto que Gran Hermano y demás shows cutres televisivos, es decir: nadie las sigue, pero todo el mundo las lleva -de casualidad, por supuesto-.
Evidentemente no es algo nuevo, desde que el mundo es mundo siempre han existido: desde la hoja de parra paradisíaca hasta las pieles de los trogloditas; desde las falditas plisadas greco-romanas, a las aparatosas faldas con unas armaduras gigantes para darles de forma de distintas épocas. Y lo peor, es que se repiten. Yo mantengo que a Mary Quant (inventora de la minifalda) la inspiración de su prenda le vino viendo en el cine Ben-Hur o La túnica Sagrada (casi podríamos decir que fue una inspiración divina... ¡qué ocurrente!). Ella pensó: si me pone tanto verles las piernas a Charlton Heston, los tíos, que son salidos por naturaleza, se pondrán como motos viendo las piernas de todas las titis... Y ahí estuvo el éxito de su negocio, porque las minifaldas las compraban los hombres para sus chicas y no ellas mismas. ¿A que nunca lo habíais pensado?
Bien, pero no todas las modas tuvieron la aceptación de la minifalda. Alguna fueron de éxito pasajero, es decir que nunca volvieron a triunfar (en muchos casos afortunadamente).
Las modas tienen su efecto sobre todos los campos y siguen demostrando que la estupidez humana no tiene límites, porque aunque creamos que todo lo hemos visto, siempre somos capaces de superar la última estupidez y dejarla convertida casi en una anécdota.
Las modas, además, suelen atacar en verano de manera masiva y, casualmente, en los últimos años he observado una moda masculina que me parece, además de estúpida como todas las modas, antihigiénica y totalmente gilipoyas (con perdón): me estoy refiriendo a la costumbre de chicos jóvenes y adolescentes de llevar por debajo del bañador el calzoncillo (también llamado slip o boxer). Como hombre que soy sé que dicha prenda interior, al cabo de unas horas de uso suele llevar impregnados restos de lo peor de nosotros mismos, tanto traseros como delanteros. Ello supone que, cuando estos mocetones se meten en la piscina estan esparciendo por el agua dichos restos... lo cual no es demasiado agradable. Me he referido a la piscina porque, evidentemente, cuando entramos en el mar tod@s, sin excepción, aprovechamos para calentar el agua con nuestras pequeñas contribuciones (diríamos que es nuestra "miczión"... ¡qué bueno, macho!). Por lo tanto, que lo hagan en las playas, sean marítimas o fluviales, no es tan preocupante. Por otro lado, recordar que dichas prendas suelen ser de materiales que tardan en secar lo suyo... lo cual hace que lo entienda menos, porque los fabricantes de bañadores se lían a buscar tejidos que sequen pronto... 
Recuerdo, cuando yo era adolescente, que en ocasiones y a falta de bañador, más de uno se bañó en calzoncillos en la playa... pero evidentemente eran casos de fuerza mayor, no modas.
Sinceramente, agradecería que alguien me explicara el origen y el porqué de dicha moda.
En veranos anteriores hemos vivido modas de los más tontas. Otras, también masculina fue hace unos quince años, más o menos, cuando los chicos llevaban unos bañadores largos, casi tobilleros... pero vamos a ver, ¿el objetivo de ir a la playa no era ponerse moreno? Otra de las características de estas prendas era su discreción: además de grandes eran horrorosamente coloreadas. Nosotros, como siempre, llevando la contraria: cuando las chicas se aligeraban de ropa, nosotros a ponermos en plan años 20. Sólo nos faltaban las calabacitas a los lados.
                            Este de la foto es de los discretos, pero el largo sirve de referencia.


Otras modas fueron las bolas locas, que tuvieron dos variantes. Una, la original, consistía en dos bolas de plástico duro, cada una al final de una cuerda, que se unían en una anilla la cual debíamos agitar de manera que ambas bolas colisionasen en el aire y, de la inercia del golpe y nuestro meneo de anilla, se desplazaran en dirección opuesta para volver a colisionar... y así cuantas más veces mejor. El recuerdo de aquel veranos fue doble: por un lado el infernal ruidito de las bolitas al chocar, que recordaba a una ametralladora, y por otro la de negrones o cardenales que llevábamos tod@s en las muñecas de los impactos de las puñeteras bolitas.
La otra versión era mucho menos agresiva. Se trataba de dos barrita de plástico, huecas y con una enorme ventosa en la punta. En mitad de la barrita había un agujero que si lo tapábamos hacía que la ventosa hiciera el vacío, atrapando en ella lo que le cayese encima. El juego lo completaba una pelota de plástico-goma, que debíamos atrapar en el aire con la ventosa de nuestra barrita. Creo recordar que se puso de moda en años posteriores. Como una imagen vale más que mil palabras... ahí van.
 
    Imágenes de ambos juegos.








Finalmente no quisiera cerrar este artículo, sin mención obligada a otras modas como las televisivas, musicales, literarias, etc... pero creo que serámejor ir dedicándoles espacios puntuales y concretos.
Como invitación de participación, a partir de hoy se abre un nuevo concurso del dormilón justiciero: nombrarme modas veraniegas que os hayan parecido estúpidas (pero estúpidas king size) y que estén relacionadas con la ropa o juegos. Espero una participación masiva (es decir, participación más el 18% de impuestos).  Besitos a tod@s.